Hubo una vez un ángel etéreo y luminoso
que irradiaba el universo con su luz brillante
cual destello fulgurante, mágico y precioso
alumbraba mi corazón tierno y palpitante
cuando su albo cuerpo translucía milagroso
centenares de estrellas en danza rutilante
se escuchaba tras de sí cual himno fabuloso
música celeste de trompetas delirantes
como un faro en la noche su canto melodioso
alentaba mi espíritu libre y poderoso
transmutando su paz en fantástica armonía
llevando la ilusión a un lugar maravilloso
donde cientos de pájaros trinaban dichosos
mientras un sol radiante anunciaba el nuevo día
José Manuel Sarmiento M.
viernes, 20 de marzo de 2009
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