Lo anónimo
"La vida se antojó montar las nubes.
Fue trepando como un ciervo libre
y solitario, por entre los peñazcos.
A medida que avanzaba, se enrarecía el aire,
se poblaban de arbustos espinosos las laderas,
empinadas, caladas por el viento,
que abría a tajos los abismos rocosos.
La vida descansó, sedienta de aguas de ignoto
curso.
Y fue un vértigo primero, lo que la puso en vilo.
Luego, se fue adormeciendo, debilitada, bajo el ala
de una roca,
contemplando las que fueron sus estrellas agoreras.
La bitácora de viaje, se perdió en las soledades
profundas,
áridas.
Y ya no despertó.
Y ya no hubo quien la recordara."
Patricia E.
16 de abril de 2015
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Licencia: Todos los derechos reservados
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